El Reencuadre – Transformar una experiencia

Las personas asignamos determinados significados a los sucesos que observamos o a nuestras propias vivencias. Sin embargo esos significados dependen en gran medida de la perspectiva o encuadre desde la que los observamos. Si cambiamos la perspectiva, cambiará también el significado de ese suceso o esa vivencia; y por tanto también cambian nuestras emociones, respuestas y conductas asociadas a él.

Aprendemos lo que significan las cosas a través de la cultura en la que hemos vivido y nuestra educación individual. No percibimos la realidad tal y como es, sino que la filtramos y la configuramos siguiendo nuestros propios mapas. Comentamos en un artículo anterior: “El mapa no es el territorio”, que la información que recibimos del exterior a través de nuestros sentidos muchas veces no es una representación fiel de la realidad.

Fíjate en los significados que puede tener una tormenta:

  • Si estás a la intemperie, lejos de un sitio cubierto y no llevas un paraguas o un impermeable, el significado que le asignarás a esa tormenta será malo o peligroso.
  • Para un campesino, después de una época de sequía, seguramente signifique algo bueno.
  • Si has organizado una fiesta al aire libre, el significado para ti probablemente será malo.
  • Si estabas jugando un partido, y tu equipo estaba perdiendo. Y con la tormenta han suspendido el encuentro… quizás el significado de esa tormenta sea bueno.

En función del significado que les damos a las cosas, sentimos un determinado tipo de emociones y como consecuencia realizamos un cierto tipo de conductas.

Reencuadrar una situación consiste en cambiar la perspectiva o marco desde la que se percibe. Cuantas más perspectivas tengamos de esa situación, más información tendremos acerca de ella, y mejor podremos reinterpretarla, escogiendo para ello la perspectiva que nos sea más útil. De esta forma podremos encontrar las soluciones más adecuadas y transformar una situación adversa en algo positivo para nosotros.

“Si la vida te ofrece limones, no te quejes de su sabor amargo; haz con ellos limonada”.

Robert Dilts en su libro «El poder de la palabra» explica que existen dos formas de definir los marcos: el marco-problema y el marco-objetivo.

Estas son las preguntas que se suelen hacer las personas que viven las situaciones como un marco-problema:

  • ¿Qué es lo que está mal?
  • ¿Por qué eso es un problema?
  • ¿Qué lo causó?
  • ¿Quién es el culpable de ello?

Para poder hacer un reencuadre la situación y verla desde un marco-objetivo, las preguntas que nos podríamos hacer serían completamente diferentes:

  • ¿Qué es lo que quiero?
  • ¿Cómo puedo conseguirlo?
  • ¿Cuáles son los recursos de los que dispongo?
  • ¿Qué es lo que puedo aprovechar de esta situación?

De esta forma, dejamos de quedarnos estancados en el problema y nos centramos única y exclusivamente en su solución. ¿De cuál de las dos formas te parece que aprovechas mejor tu energía?

Un ejemplo de reencuadre es el de una empresa fabricante de calzado que envió a dos vendedores a un país extranjero en busca de nuevas oportunidades de negocio:

  • El primer vendedor llama por teléfono y dice: “No hay nada que vender aquí, nadie lleva zapatos en este país”.
  • El segundo cuando llama dice: “¡Es magnífico! ¡Este es un mercado fantástico, tenemos grandes oportunidades! ¡Aquí nadie lleva zapatos!”

En la práctica del reencuadre, observamos las experiencias desde perspectivas diferentes, y eso nos ayuda a distanciarnos del impacto emocional negativo que determinadas vivencias están teniendo en nosotros. De esta forma nos centramos únicamente en emociones y conductas positivas y nos situamos en un estado en el que podemos acceder a nuestros recursos internos.

La siguiente fábula es un ejemplo de cómo el reencuadre de una situación problemática para convertirla en una oportunidad:

“Un día el caballo de un campesino cayó en un pozo. El animal relinchó durante horas, mientras el campesino trataba de averiguar qué podía hacer para sacar a su caballo de aquel pozo.

Finalmente el campesino llegó a la conclusión de que realmente no valía la pena sacar al caballo del pozo, ya que estaba viejo, y además el pozo estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas. Entonces invitó a sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Todos tomaron palas y empezaron a tirar tierra para cubrir el pozo. El caballo, en el fondo del hoyo, se dio cuenta de lo que estaba pasando y relinchó aún más desconsolado.

Pero poco después, para sorpresa de todos se tranquilizó. Después de unas cuantas paladas de tierra, el campesino miró al fondo y se sorprendió de lo que veía. Con cada palada de tierra el caballo hacía algo sorprendente, se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba. Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía y daba un paso hacia arriba.

Pronto, todos vieron sorprendidos cómo el caballo llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando…”

En definitiva, adquirir y practicar la habilidad para reencuadrar, nos da una mayor libertad, más satisfacción y un número mayor de opciones para resolver de cualquier situación.

 

Este concepto se desarrolla con más profundidad en el curso de Practitioner en PNL.

José Manuel Rodriguez
José Manuel Rodriguez
Profesor Didacta PNL

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