Aprendiendo a sentir

A veces, cuando recibimos estímulos o vivimos experiencias que nos pillan por sorpresa, que no nos esperamos o que no responden a nuestras expectativas, aparecen emociones que no siempre comprendemos claramente. Estos momentos pueden ser retos para los que no siempre estamos preparados.

De hecho, puede que, en estos momentos, aparezcan diversas emociones que provoquen estados de confusión o incluso estados de “no saber qué hacer” y nos quedamos bloqueados.

Las personas a nuestro alrededor pueden percibir nuestros enfados, tristezas y miedos, también con cierta confusión, dado que seguramente, si no sabemos lo que nos pasa, lanzamos mensajes poco claros e incluso contradictorios. Y en estas situaciones pueden generarse fácilmente malentendidos y conflictos.

En mi experiencia personal, para poder gestionar estos estados necesito, en primer lugar, saber lo que siento, es decir, ordenar y comprender las sensaciones y pensamientos que me van apareciendo. Y esto no siempre me resulta fácil, sobre todo si las situaciones vividas son complejas o representan un drástico cambio en mi vida.

Muchos de nosotros no hemos aprendido de pequeños a tener un buen grado de conciencia para saber lo que nos sucede. Para empezar, es importante escucharnos para entender lo que nos decimos a nosotros mismos porque aquí puede estar la clave. A pesar de que tengamos la sensación de no saber qué nos sucede quizás lo que debemos hacer es escucharnos y entender nuestras percepciones, sensaciones y emociones, que responden a valoraciones, a veces, inconscientes de los hechos y circunstancias que nos toca vivir.

Aprender a sentir es aprender a darnos cuenta de qué es lo que realmente nos está afectando o preocupando, también necesitamos ordenar y priorizar lo que debemos atender para poder gestionar nuestro estado emocional y recuperar nuestra capacidad de relacionarnos con entorno. Estas decisiones pueden pasar por compartir con otras personas lo que nos pasa, lo que nos afecta y nos preocupa.

A medida que vamos comprendiendo lo que nos pasa, también podemos sentirnos vulnerables, pero no siempre es fácil compartir porque “abrirnos demasiado nos puede dar miedo”. Abrirnos requiere un cierto grado de valor y honestidad con nosotros mismos. Pero la buena noticia es que cuando nos atrevemos a dar estos pasos la confusión inicial se convierte en claridad.

La claridad nos ayuda a centrarnos, nos ayuda a expresar lo que nos pasa y lo que necesitamos de los demás o incluso de nosotros mismos.

Si hemos aprendido a tratarnos ya tratar a otras personas con respeto, la sensación de vulnerabilidad se transforma en una manifestación de autoestima y podemos actuar más fácilmente con empatía hacia los demás.

Formas de meditación como el mindfulness pueden sernos útiles para tomar conciencia, distinguir emociones, sensaciones y sentimientos y ordenar reflexiones y disciplinas, como la inteligencia emocional y la programación neurolingüística nos pueden dar estrategias para actuar en consecuencia, pasando a la acción de forma adaptativa.

Pero el primer paso es “detenernos” y darnos cuenta de cómo nos sentimos. Por eso es tan importante “aprender a sentir”.

 

Artículo publicado en https://9magazin.el9nou.cat/aprenent-a-sentir/ por Eulalia Robert, directora de PNL Barcelona.

Eulalia Robert
Eulalia Robert
Profesor Didacta PNL / Coach Certificada

Compartir

Ultimos Artículos