En el ámbito de la psicología, una de las primeras premisas que aprenden los estudiantes, es que hay que hacer una clara distinción entre persona y comportamiento o conducta. Dentro del marco terapéutico se analizará siempre la conducta. Cualquier comentario siempre estará enfocado a ella, nunca a la persona. Teniendo esto en cuenta y sabiendo que quien ejecuta la conducta es el individuo, en este artículo te proponemos una reflexión acerca de una de las presuposiciones clave de la PNL:
Toda conducta tiene siempre una intención positiva.
Esta presuposición no pretende justificar el comportamiento de una persona, sino comprenderla, entender la base o la motivación que la mueve a actuar de la forma en que lo hace.
Cualquier conducta responde a una necesidad subyacente de la que quizás el mismo individuo no es consciente. Una forma de sacar a la luz o hacer consciente esa intención es preguntar de forma repetida ¿para qué? realiza esa conducta. Es curioso que tras varias preguntas, es la propia persona la que acaba llegando a respuestas que le hacen entender que acciones relacionadas con la venganza, con hacer daño o con cualquier acto inmoral, según la concepción social, están guiadas por una necesidad de salvaguardar una parte de nosotros mismos que responde a necesidades de un nivel superior. Quizá necesidades relacionadas con la autopercepción, con la autoconfianza, la autoestima, la autoconfirmación, etc.
En nuestra infancia nos damos cuenta de que determinadas acciones nos hacen llegar a los objetivos que pretendemos alcanzar. Experimentamos los resultados de nuestras acciones. Vemos que llorando conseguimos que nuestros padres nos hagan caso y nos proporcionen comida, nos pongan ropa, nos den cariño y amor… Relacionamos esa conducta, en ese contexto, con el resultado de la misma, y la usamos para conseguir nuestros fines.
A medida que van avanzando los años, mantenemos la conducta y vemos que los resultados que obtenemos son diferentes. Nuestros padres se enfadan y nos castigan, se sienten incómodos con nuestra forma de actuar. ¿Qué ha cambiado? El contexto.
Cualquier conducta es funcional en un contexto determinado.
Cuando una conducta no nos ofrece los resultados que buscamos, la clave reside en generar conductas alternativas que a través de la experiencia nos harán valorar si son más funcionales o adaptativas que las que usábamos hasta ahora.
De este modo, podemos entender que una persona que presenta una conducta inadaptativa en un determinado contexto, no es que pretenda molestar o hacer daño, sino que pretende responder a una necesidad mayor a través de los recursos de que dispone. Si estos recursos son insuficientes, el objetivo debe estar enfocado en aprender conductas alternativas y en actualizar los recursos.
Cada persona hace siempre las cosas lo mejor que puede en base de los recursos de que dispone.
Si una persona actúa de una determinada manera y no consigue los resultados que quiere obtener, quizás deba cambiar algo, lo que podemos hacer es:
Primero.- Indagar en cuál es la verdadera necesidad que pretende cubrir con ello. El “darse cuenta” de lo que está haciendo y “para qué” lo está haciendo.
Segundo.- Explicarle que los recursos que utiliza no son los adecuados porque no le dan los resultados que busca.
Tercero.- Ayudarle a encontrar recursos y conductas alternativas y ofrecerle formas de poder ejecutarlas.
Tradicionalmente nuestra forma de aprendizaje y/o rectificación ha sido a través del castigo. Es lo que conocemos. Pero cuán equivocados estamos. Es a través del perdón y del amor mediante los que se llega a tocar la esencia de la persona, y si además de eso, le ofrecemos nuevos recursos para enfrentarse a sus problemas, existe una mayor probabilidad de éxito para ella.
La Programación Neurolingüística nos abre a una comprensión mayor. Entendemos que una persona que sufre y no actúa de forma adecuada no es más que alguien que se halla en una situación de recursos insuficientes o de ignorancia. Por nuestra parte debemos ofrecer información de sabiduría para que podamos entender mejor las situaciones. Una vez comprendidas, podemos observar las conductas propias desde otra posición perceptual, desde donde es más sencillo generar nuevas conductas. Pero hay que recordar también que es la persona quien debe decidir si quiere transformar algo de su vida, no se puede obligar a una semilla a crecer, nuestro deber reside en plantar todas las semillas de sabiduría posibles en alguien pero es ese alguien quien decide hacerlas crecer.
Desde la PNL buscamos formas de traspasar conductas funcionales desde un contexto excelente a otro contexto en el que los resultados no son los esperados. ¿Cómo se consigue? Dándonos cuenta de nuestro estado interno y nuestros recursos en un estado excelencia. De esta forma podemos traspasarlos a la situación que queremos cambiar y entonces, los resultados que obtenemos cambian.
Por eso, no se trata de anular o borrar ninguna conducta, ya que probablemente en algún contexto sea funcional. En caso de que no lo sea, brindar información de sabiduría para observar las consecuencias y poder así generar conductas alternativas para que se puedan producir resultados más favorables. Esta puede ser la clave del éxito.